Cada vestido se construye con tiempo,
técnica y una conexión personal que
atraviesa todo el proceso.
Nuestro proceso de confección comienza aproximadamente seis meses antes de la boda.
Es en ese momento cuando volvemos a reunirnos con la novia para tomar sus medidas definitivas y revisar, por última vez, el diseño elegido. A veces hay pequeños ajustes. A veces, nuevas ideas. Siempre hay espacio para escuchar.
Con esas medidas, Alex completa la ficha técnica del vestido: un documento detallado donde se especifica cada aspecto del diseño, los tejidos seleccionados, los acabados, y cualquier otra anotación que requiera atención especial.
DEL BOCETO AL PATRÓN.
Esa ficha llega a manos de nuestra patronista. Antes de comenzar, se sienta con Alex para compartir la visión completa del vestido. No se trata solo de traducir un boceto en cortes; se trata de entender la intención detrás de cada línea. Esa conexión —esa sinergia real entre diseño y patronaje— se nota en cada pieza.
A partir de ahí, la patronista dibuja, mide y corta un patrón totalmente nuevo, basado en las medidas de la novia y adaptado milimétricamente al diseño.
Una vez todas las piezas están listas, la modista responsable del vestido comienza el montaje a mano, uniendo cada parte con hilván para preparar la primera prueba.
NO USAMOS GLASILLA. Y ESO LO CAMBIA TODO.
Muchos ateliers confeccionan sus primeras pruebas en glasilla —una tela rígida que simula el diseño final—, pero nosotros preferimos otra forma de trabajar. Al crear patrones completamente personalizados desde el principio, podemos cortar directamente los tejidos reales.
Esto nos permite dos cosas muy valiosas:
Ver el vestido con sus proporciones y caída reales desde la primera prueba.
Hacer sentir a la novia parte del vestido desde el primer momento.
SIN MIEDO A LOS CAMBIOS.
Y si hay que cambiar algo, lo hacemos. Sin miedo y sin atajos. Cortamos nuevas piezas, redibujamos lo que haga falta. Porque así es como entendemos la Alta Costura: como un proceso vivo, que se adapta y mejora en cada paso.
CADA PRUEBA, UNA EVOLUCIÓN.
Después de cada prueba, nos reunimos de nuevo: Alex, la patronista y la modista.
Es un momento de análisis técnico y creativo: ¿es esta la caída que imaginábamos?, ¿cómo podemos mejorar el ajuste?, ¿qué necesita el vestido para acercarse aún más a la visión inicial? Cada decisión se toma en equipo, con mirada crítica, sin perder nunca de vista lo más importante: la novia que lo llevará puesto.
UNA HISTORIA EN CADA PUNTADA.
Alex está presente durante todo el proceso, involucrado desde el diseño hasta el último ajuste. Pero su trabajo no se concibe sin la complicidad y la técnica del equipo que lo acompaña.
En las siguientes pruebas, el vestido va evolucionando: se ajusta, se completa, se perfecciona. Detalle a detalle. Capa a capa.
Hasta llegar al último encuentro, donde el vestido está terminado. Y con él, una historia.
Aquí, cada vestido se crea desde cero. Pero también se acompaña desde dentro. Diseñamos contigo. Escuchamos tus ideas, tus dudas, tus miedos. Nos implicamos de verdad. Porque entendemos que este vestido no es una prenda más: es la expresión de una historia que solo tú puedes contar.